jueves, 5 de mayo de 2011

Otra noche entre tabaco y estrellas.

Encendí un cigarrillo, en quinto de la noche si no me equivoco y entre el humo gris que me envuelve y desaparece despacio pienso en muchas cosas, demasiadas para ser certero, cuantas en total, lo sé y no es algo que piense contar.

Muchas cosas pasan a lo largo de la vida, a la que puedo resumir como un apilamiento de fracasos cortados por momentos de lucidez y destellos de felicidad que desaparecen en poco tiempo, pero estos son los que a mi parecer le dan un sentido utópico a la misma.

Siempre leí y escuché gente buscando lo mismo, como cual lobo busca su carne una fría noche de invierno, esa perfección de la que todo el mundo habla. Podría decir que que alguna vez estuve seguro de estar frente a ella, pero sería tan hipotético como el sacerdote que asegura hablar con Dios.

Alguna de vez se vistió de dama, otras fueron notas musicales alineadas de mejor forma que un par de estrellas una tibia noche de verano y otras momentos únicos rodeado de gente que me hacía feliz. Estas galimatías tienen un mínimo sentido: La perfección en estado bruto es deprimente, no veo el sentido en que algo sea netamente blanco sin una pizca de negro o viceversa y el mundo esté teñido de gris.

Mucha gente entiende esto como pesimismo y no pueden ver un paso más adelante de lo que hay enfrente de sus ojos y termina siendo todo "Lo mismo" como dicen ellos.

Entre otras cosas eso es algo que me llevo a verme "Diferente" y sentirme un incomprendido. Ser diferente pensando que todos los demás son iguales, es una hipocresía. Ser diferente en un mundo de gente diferente  es una hazaña que me debo.

Ser un incomprendido en un mundo de gente indiferente es algo parecido a ser un renegado, si lo soy eso no tiene ningún significado por que el mundo no va a cambiar por mi, pero yo tampoco por él.

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